
Y eso fue todo supongo...

"I was banging 7 gram rock, that's how I roll -WINNING
I have one gear: GO -EPIC WINNING
Are you bi-polar?
I'm bi-Winning
Win here, Win there, win, win, everywhere
I'm a total frickin rockstar from Mars -WINNING
C'mon bro, I got Tiger blood -WINNING
You borrow my brain and you're like DUDE! I can't handle it!
Win here, Win there, win, win, everywhere"

Un chaval se ha dejado sus "pastillas" (ejem ejem) en su casa y no puede encontrarlas por ninguna parte. Harto de buscar se acerca a su abuelo (que siempre anda por allí) y le dice:
-Oye abuelo, ¿Has visto una bolsa de plástico llena de pastillas que había en mi habitación?
A lo que el abuelo contesta
-¿Y tu los elefantes que andan por el pasillo?


Pero hablemos un poco de la historia, y es que si uno quiere hablar de esta vieja gloria es imposible no tratar el tema del guión, sorprendentemente cuidado para un juego de supernintendo (más allá de los RPG japoneses), en donde la historia no solía pasar del arquetipo "supermario" (hay un malo malísimo que ha secuestrado a alguien o algo importante para ti... y bueno, tienes que avanzar superando a todo el mundo hasta llegar hasta él). Sin embargo en este caso nos encontramos con una trama futurista que bebe de películas como Blade Runner y series de su época como "V", el protagonista, Conrad, es derribado mientras escapaba de una cárcel galáctica. Sin memoria aterriza en una jungla en Titan, la luna de Saturno, a partir de ahí todos sus esfuerzos serán recuperar su memoria (algo que se consigue relativamente rápido a pesar de que el juego se llama "THE QUEST FOR IDENTITY") y salvar la tierra de una invasión alienigena que se oculta bajo disfraces humanos. Una trama que aunque no se profundiza más que esto (apenas hay un secundario que te ayude en tu aventura, no se descubren los motivos por los que los alienigenas quieren destruirnos) si que sirve de enlace algo más cuidado para las fases. Conrad no avanza a la siguiente fase porque si, si no que tiene un motivo para viajar a donde viaja y hacer lo que hace.
A pesar de eso Flashback tiene la capacidad de todo gran juego de enganchar hasta que uno se lo pasa, y aunque en ningún momento presenta un verdadero reto (realmente no hay puzzles excesivamente complicados -aunque uno pueda cagarla y ahí se te jode la partida) si que son lo suficientemente duros para querer pasar al siguiente. Además sus animaciones contaban la historia alejándola un poco de las grandes parrafadas a las que acostumbraban los japoneses en sus RPGs, algo de agradecer y que supone una de las primeras tomas de contacto con las cinemáticas. Con muy poco y unas animaciones llenas de bugs, este juego se convierte en una aventura bastante interesante de la que deberían abstenerse, por supuesto, los jugadores más modernos (ya que no le verán la gracia) y que debería ser un referente para los jugadores más clásicos.
-Desde Dénver, Sal, un montón de cosas... ¡Y qué cosas! He pensado y pensado. Estaba en el reformatorio casi todo el tiempo. Era un delincuente tratando de reafirmarme: robar coches era una expresión psicológica de mi situación, un modo de indicarla. Ahora todos mis problemas con la cárcel están arreglados. Que yo sepa nunca volveré a la cárcel. Lo demás no es culpa mía. -Pasamos junto a un niño que apedreaba a los coches-. Piensa en esto -siguió Dean-. Cualquier día romperá un parabrisas con una piedra y el conductor se estrellará y morirá. Y todo por culpa de ese chaval. ¿Ves lo que te quiero decir? Dios existe sin escrúpulos. Mientras rodamos por esta carretera no tengo ninguna duda de que hará todo lo posible para protegernos, lo mismo que tú cuando conduces con tanto miedo (no me gustaba conducir y lo hacía con todo tipo de precauciones), el coche seguirá su camino por si mismo y no te saldrás de la carretera y yo podré dormir. Además, conocemos perfectamente América, estamos en casa; puedo ir a cualquier parte de América y conseguir lo que quiera porque en todas partes es lo mismo. Conozco a la gente y sé las cosas que hacen. Es un dar y tomar constante y entramos en la tranquilidad increíblemente complicada de un lado a otro.
-Fragmento de "En el camino", de Jack Kerouac-