Y eso fue todo supongo...

Antes de partir


Un último post. Pero de los de verdad. Nada de mierda de vídeos y canciones. Algo que de que hablar y que os haga replantearos vuestras putas vidas. La clase de mierda de la que pasas y pasas y un día de pronto alguien te la suelta a la cara y te sabe como una ostia del revés o un jarro de agua fría.

O algo parecido.

El caso es que el otro día un grupo de personas, como parte de una acción de SOS Racismo, salieron a ver que pasaba en la noche bilbaína. El experimento era el siguiente, parejas de "ganchos" de diferentes razas (latinos, negros, moros y blancos) intentaban entrar en distintos bares de la ciudad mientras unos "espías" (entre los que se encontraba Jose A. Perez, el tipo de "mi mesa cojea", uno de los blogs que más merece la pena estar leyendo hoy en día) vigilaban lo que pasaba ¡Y que cosas pasaban! A los moros solo les dejaron entrar en uno, y no os cuento más porque semejante historia de terror es mejor leerla de primera mano aquí aquí y aquí

Es lo de siempre, uno rasca la superficie de buenas intenciones, políticamente correcto y falsedad y sale la verdadera cara de la ciudad, la cara pútrida y llena de mierda, la cara que dice frases como "Aquí no entran ni negros ni moros". Y se me ponen los pelos del escroto de punta cuando leo eso, pero se me ponen todavía peor cuando pienso, ¿Y si es culpa nuestra?

Hace tiempo hablaba con alguien de lo curioso que me parece que muchos latinos se junten solo con personas latinas. En Getxo, en el parque que había al lado de mi instituto, solían juntarse familias de latinos para jugar al voleibol los fines de semana. En unas canchas de baloncesto medio abandonadas que había hubo un tiempo en el que todos los domingos había un montón de latinos jugando al baloncesto y haciendo barbacoas. En la TDT de Madrid hace poco apareció un canal llamado "butaca latina" que se anunciaba como un canal para la gente de allí que reside aquí, y cualquier persona que viva en una ciudad media debe haber visto alguna tienda de productos latinos. Entiendo a medias ese comportamiento. Imagino lo duro que es para muchos el cambio de venir hasta aquí, son culturas distintas a pesar de las cosas que tengan en común hay muchas en las que se diferencian, y hay gente que siente demasiada morriña por la tierra que dejó. Entiendo todo eso como un modo de "tener lo de allí... pero aquí" que por supuesto nunca será lo mismo pero menos es nada.

Cuando hablé de esto con alguien surgió la gran duda de si esa situación no cambia porque ellos no quieren cambiarlo o porque somos nosotros los que, llenos de prejuicios, no les dejamos que eso cambie. Cosas como esto de los bares de Bilbao me señalan, tristemente, a la segunda opción. No podemos desechar toda una cesta de manzanas porque haya un par prohibidas, pero haciendo un examen de conciencia real, los prejuicios raciales están ahí en más gente de la que parece.

No se si habéis visto la película "El Odio". Es una de mis películas favoritas, una cinta Francesa que habla de los guetos del extrarradio Parisino, en donde se aisla a los moros y a los negros como si fuesen inmigrantes cuando son Franceses de, como mínimo, segunda generación. Cuando yo vi la película una de las cosas que más me impacto es como la sociedad Francesa parece negada a reconocer a esos tipos como ciudadanos Franceses de primera categoría. Y creí que eso no ocurriría aquí.

Ya no soy tan ingenuo para pensar que eso no ocurrirá y que no está ocurriendo ya aquí.

Deberíamos intentar no acabar como los Franceses. Mirarnos un poco menos el ombligo y vencer los estúpidos prejuicios y estereotipos que nos hemos creado. Ayudar a que cosas como lo del otro día en los bares de Bilbao no sea "el pan de cada día" de fiesta para tanta gente.

Sangre de tigre y drogas.



Los tipos de "Songify This" que hicieron la versión comercial del megahit "Sunny D & Rum" (entre otros que si no conoceis podríais escuchar en su canal) traen el remix definitivo sobre la polémica del momento. Charlie Sheen en su nuevo numero 1: "Winning"
"I was banging 7 gram rock, that's how I roll -WINNING
I have one gear: GO -EPIC WINNING
Are you bi-polar?
I'm bi-Winning
Win here, Win there, win, win, everywhere

I'm a total frickin rockstar from Mars -WINNING
C'mon bro, I got Tiger blood -WINNING
You borrow my brain and you're like DUDE! I can't handle it!
Win here, Win there, win, win, everywhere"

"Pero, ¿Tengo yo pinta de tarao?//¿Tengo yo pinta de tarao?//¿Tengo pinta de empezar a hablar, y perder el control, y mirarte mal//taparte la boca, rasgarte la ropa, guardar tu cadáver en el desván//coleccionarte, saborearte, hacerme un traje con algunas partes...?//¿Tengo yo pinta de tarao?"

Last Night On Earth


Noah & The Whale es una banda inglesa que empezó su andadura allá por el 2007. Después de sacar un disco, cuando aún les acompañaba haciendo los coros una jovencísima Laura Marling (motivo por el que conocí a Laura) que en aquel momento estaba saliendo con el cantante, Charlie Fink, publicaron un disco bastante decente que mezclaba folk con pop y que resultaba de lo más atractivo. El disco se llamaba "Peaceful, The World Lays Me Down" y aunque solo sea por temas como "5 years time", "Mary" o la que abre el disco "2 Atoms in a Molecule" merece la pena la escucha.

Entonces un día Charlie y Laura rompieron. Ella abandonó el grupo (y se hizo coleguita de otra banda de Folk moderna, Mumford & Sons) y Noah & The Whale publicó su segundo álbum en 2009, "The First Days of Spring", toda una presentación de la ruptura sentimental del líder y la ex-miembro de la banda. El segundo disco es mucho menos positivo que el primero, y aunque instrumentalmente está algo más trabajado, la melancolía de corazón roto que llena todas las canciones puede cansar. Tiene muchos grandes temas, como el homónimo "The First Days of Spring" o "My Broken Heart", pero el cambio de tono (de algo animado y positivo a una oda al desamor) no les favorece demasiado.

Dos años después Noah & The Whale han vuelto con "Last Night On Earth", un tercer disco que poco o nada tiene que ver con todo lo que llevan haciendo hasta ahora. Para bien o para mal.

Desde "Life is Life", que abre con una base electrónica extrañísima en la banda, ya te das cuenta que las cosas han cambiado. De ser una banda que hizo un disco de Folk-Pop, y un segundo disco integramente Folk, este cambio al Pop más absoluto que recuerda a los peores "The Killers" sorprende. Los sintetizadores continúan martilleando durante la practica totalidad del disco en un cambio de registro que no les sienta nada bien y que los coloca como carnaza de B.S.O de series teen. Estos nuevos "Noah & The Whale" abandonan el folk que les caracterizaba en pos de un sonido más comercial, un cambio que, salvando las distancias (porque al menos esto es escuchable) no deja de recordarme al cambio de registro que sufrió (y sigue sufriendo) "Dover".

Con todo el disco se deja escuchar más o menos. Gustará a la gente a la que le gusten "The Killers", que es como no decir nada, porque al que le gusten "The Killers" (o al menos, que les guste eso en lo que les ha convertido el eunuco de Brandon Flores) no es que tenga un gusto musical que tomar como referencia (llamadme nazi, pero es que odio a The Killers). Personalmente el cambio de registro no me gusta nada, no son lo puto peor, pero prefiero las depresivas canciones de "First Days of Spring" y el positivismo inocente de "Peaceful, the world lays me down" a esto.
Hay un chiste algo antiguo que viene a ser algo así:
Un chaval se ha dejado sus "pastillas" (ejem ejem) en su casa y no puede encontrarlas por ninguna parte. Harto de buscar se acerca a su abuelo (que siempre anda por allí) y le dice:

-Oye abuelo, ¿Has visto una bolsa de plástico llena de pastillas que había en mi habitación?
A lo que el abuelo contesta
-¿Y tu los elefantes que andan por el pasillo?

Yo pensaba que solo era un chiste. Y entonces el abuelo apareció en youtube:

Cuento Corto.


John Martin Smith III era el heredero del imperio Martin Smith, la conocida empresa de calzoncillos. Al morir su padre, y como único heredero del conocido imperio, John Martin Smith III se convirtió automáticamente en el hombre más rico de la tierra. El invento de su antepasado, los calzoncillos superabsorbentes que dejaban orinar sin necesidad de ir al baño convirtió a la familia Martin Smith en la más rica del país, pero sus posteriores evoluciones, desde bragas a slips, pasando por tangas y boxers, habían convertido a los "Martin Smith" en la prenda de ropa interior oficial de la tierra. Nadie usaba otra cosa, y el continuo uso de ropa interior convirtió a su familia en la más rica del planeta.

Pero John Martin Smith III por desgracia no era como su padre. Tampoco era como su abuelo, en paz descanse, o como el padre de este, el John Martin Smith original, creador de los calzoncillos superabsorbentes. Desde los tiempos de su tatarabuelo, y con la intención de preservar una estirpe tan pura (capaz de desarrollar una ropa interior tan genial) los Martin Smith se habían dedicado a reproducirse entre hermanos, lo que, como todo el mundo sabe, tiende a llevar a generaciones digamos... peculiares. John Martin Smith III debido a que sus padres eran hermanos, y los padres de estos a su vez también, había nacido con ciertas... peculiaridades.

Tendía a gritar sin tener un motivo aparente, caminaba a grandes zancadas y con la cabeza gacha, era bizco y tenía tres paletas. Además su comportamiento (más allá de la evidente inestabilidad mental que se manifestaba en forma de gritos) era realmente extraño. Cambiaba de humor de golpe y tendía a encapricharse de absolutamente todo, lo que le llevo a compras realmente extrañas.

La ultima de las compras estrafalarias que realizó John Martin Smith III ocurrió un 9 de Julio de un año en el que el verano no había llegado con fuerza. Aquel día John Martin Smith III compró nada menos que el futuro.

Todos los titulares del planeta se hicieron eco de la noticia, y el hecho de que el heredero del imperio Martin Smith se hubiese convertido en el dueño del futuro lo convirtió, o al menos así lo retrataron los diarios, en el hombre más peligroso de la tierra. Y es que cualquier acto que aconteciese ahora sería propiedad de John Martin Smith III y su familia. La grandes naciones del mundo no sabían que hacer, ya que cualquier plan de ataque que tuviesen con intención de atentar contra la vida del dueño del futuro, al ser un plan futuro, le pertenecía, lo que significaba que necesitaba de su aprobación para ser realizado, algo que evidentemente nunca terminaba ocurriendo (el tipo era un loco pero tampoco era idiota).

Cuando peor estaban las cosas y nadie sabía que hacer un pequeño hombre de uno de los pueblos más insignificantes del medio de ninguna parte encontró la respuesta. John Martin Smith III era dueño del futuro, pero no era, ni sería nunca, dueño del presente. Por eso un día que no tenía nada mejor que hacer Peter McGuinns (que así se llamaba el pequeño hombre de uno de los pueblos más insignificantes del medio de ninguna parte) se dio cuenta que, por mucho que los planes futuros perteneciesen a los Martin Smith, una vez llegaba el momento de realizarlos (es decir, ese futuro pasaba a convertirse en presente) la autoridad de la familia de los calzoncillos desaparecía.

La ONU entonces decretó, siendo considerada esta como la primera ley universal irrevocable, que la humanidad comenzaría a vivir como si no existiese mañana. Aprovechando cada segundo al máximo y tomando las riendas de su existencia en todo momento.




Dicen que aquel incidente fue el principio de la mejor época de la humanidad.

Viejas Glorias: "Flashback: The Quest for Identity"


No se pinta como se pintaba antiguamente. Tampoco se ven las mismas películas, ni estas son rodadas del mismo modo. No escuchamos la misma música o leemos los mismos comics. Cualquier rama artística o que requiere de la creatividad para su desarrollo evoluciona, por modas, gustos del consumidor o avances tecnológicos.

La industria del videojuego no es una excepción. Ahora vivimos el enfrentamiento entre Xbox 360 y PS3, un enfrentamiento que practicamente ha dejado de lado el riesgo (como en muchas ramas artísticas) por la innovación tecnológica. La próxima "obra maestra" debe explotar las maquinas al máximo, debe ser exclusiva y debe lucir bien en pantalla. Ultimamente incluso comienza a integrarse el 3D. Sin embargo, como en cine no podemos olvidarnos de los clásicos, en los videojuegos no deberíamos olvidarnos que hubo un tiempo en el que la jugabilidad era una parte mucho más importante que la historia y en donde para hacer grandes juegos los desarrolladores tenían que romperse la cabeza creativamente. A falta de medios, soluciones ingeniosas.

Por desgracia toda esa etapa es, a medias, un gran misterio. La desaparición de las consolas viejas, sus juegos y sus accesorios, impiden el jugarlo en su soporte original, y aunque hay un montón de emuladores para esas consolas, es difícil no andar a ciegas a la hora de bajarte juegos que no habías probado. Yo por ejemplo siempre he sido un gran fan de la supernintendo, es la consola con la que me crié, la primera a la que metí verdaderas horas y una que aún a día de hoy no ha sido sustituida por ninguna otra a pesar de los avances tecnológicos (la play 1, por ejemplo, aunque le tengo mucho cariño, fue sustituida por la Play 2, que estoy seguro, será sustituida en el mismo momento en el que me agencie una Play 3). Aún así mi conocimiento de la historia de la consola (y de esto me he ido dando cuenta gracias a los emuladores) es practicamente nulo, y hay toda una historia de videojuegos de los que desconocía su existencia y que son los que sentaron las bases para el desarrollo de los videojuegos que tenemos hoy en día.

Mi ultima grata sorpresa me la he llevado con "Flashback: The Quest for Identity", una aventura gráfica de corte futurista que desarrolló el desaparecido estudio francés Delphine Software en 1992.

"Flashback", ya desde su secuencia de apertura, demuestra que no va a dejar indiferente a nadie. Heredera directa del clásico "Another World" de Eric Chahi (aunque no secuela como se suele confundir), este juego comparte con el de Chahi su mecánica y sus secuencias rotoscopiadas, toda una novedad para las maquinas de la época, nada acostumbradas a animaciones para completar la historia. En cuanto a jugabilidad es bastante similar a otro clásico, el "Prince of persia" original, en el sentido de ser un scroll lateral de largos niveles llenos de plataformas en donde sin embargo, no es tan importante la agilidad del personaje como los puzzles para avanzar. Esto supone un lastre a medias ya que los movimientos ortopédicos del protagonista resultan relativamente desesperantes a la hora de luchar contra enemigos (sobre todo al final).

Pero hablemos un poco de la historia, y es que si uno quiere hablar de esta vieja gloria es imposible no tratar el tema del guión, sorprendentemente cuidado para un juego de supernintendo (más allá de los RPG japoneses), en donde la historia no solía pasar del arquetipo "supermario" (hay un malo malísimo que ha secuestrado a alguien o algo importante para ti... y bueno, tienes que avanzar superando a todo el mundo hasta llegar hasta él). Sin embargo en este caso nos encontramos con una trama futurista que bebe de películas como Blade Runner y series de su época como "V", el protagonista, Conrad, es derribado mientras escapaba de una cárcel galáctica. Sin memoria aterriza en una jungla en Titan, la luna de Saturno, a partir de ahí todos sus esfuerzos serán recuperar su memoria (algo que se consigue relativamente rápido a pesar de que el juego se llama "THE QUEST FOR IDENTITY") y salvar la tierra de una invasión alienigena que se oculta bajo disfraces humanos. Una trama que aunque no se profundiza más que esto (apenas hay un secundario que te ayude en tu aventura, no se descubren los motivos por los que los alienigenas quieren destruirnos) si que sirve de enlace algo más cuidado para las fases. Conrad no avanza a la siguiente fase porque si, si no que tiene un motivo para viajar a donde viaja y hacer lo que hace.

Por supuesto la cosa no pasa de ahí, y es que no estamos ante un RPG ni nada parecido, en esta aventura el protagonista está solo, y por tanto la historia se queda bastante... lastrada por decirlo así (ni un codec para hablar con los amigos tenemos). Otro gran problema del juego (además de su ortopédica jugabilidad en los combates) es también su falta de banda sonora, al menos en la edición para supernintendo (tengo entendido que en otras versiones si que tuvo banda sonora) por lo que más de la mitad del juego lo pasaremos en silencio, al principio muy perturbador, y luego desquiciante.

A pesar de eso Flashback tiene la capacidad de todo gran juego de enganchar hasta que uno se lo pasa, y aunque en ningún momento presenta un verdadero reto (realmente no hay puzzles excesivamente complicados -aunque uno pueda cagarla y ahí se te jode la partida) si que son lo suficientemente duros para querer pasar al siguiente. Además sus animaciones contaban la historia alejándola un poco de las grandes parrafadas a las que acostumbraban los japoneses en sus RPGs, algo de agradecer y que supone una de las primeras tomas de contacto con las cinemáticas. Con muy poco y unas animaciones llenas de bugs, este juego se convierte en una aventura bastante interesante de la que deberían abstenerse, por supuesto, los jugadores más modernos (ya que no le verán la gracia) y que debería ser un referente para los jugadores más clásicos.

Es una autentica pasada que el juego se desarrollase en 1992, con la supernintendo dando aún sus primeros pasos y sobre todo, en una industria que no contaba demasiado con las cinemáticas.





P.D: El juego tuvo una secuela para PS1 y PC llamada Fade to Black con un 3D precario que, por lo que he podido ver en internet, no merece la pena más allá de la mención a pie de pagina.

-Desde Dénver, Sal, un montón de cosas... ¡Y qué cosas! He pensado y pensado. Estaba en el reformatorio casi todo el tiempo. Era un delincuente tratando de reafirmarme: robar coches era una expresión psicológica de mi situación, un modo de indicarla. Ahora todos mis problemas con la cárcel están arreglados. Que yo sepa nunca volveré a la cárcel. Lo demás no es culpa mía. -Pasamos junto a un niño que apedreaba a los coches-. Piensa en esto -siguió Dean-. Cualquier día romperá un parabrisas con una piedra y el conductor se estrellará y morirá. Y todo por culpa de ese chaval. ¿Ves lo que te quiero decir? Dios existe sin escrúpulos. Mientras rodamos por esta carretera no tengo ninguna duda de que hará todo lo posible para protegernos, lo mismo que tú cuando conduces con tanto miedo (no me gustaba conducir y lo hacía con todo tipo de precauciones), el coche seguirá su camino por si mismo y no te saldrás de la carretera y yo podré dormir. Además, conocemos perfectamente América, estamos en casa; puedo ir a cualquier parte de América y conseguir lo que quiera porque en todas partes es lo mismo. Conozco a la gente y sé las cosas que hacen. Es un dar y tomar constante y entramos en la tranquilidad increíblemente complicada de un lado a otro.
-Fragmento de "En el camino", de Jack Kerouac-
Me ha costado casi cuatro años. Pero ya le he pillado el punto a Dean Moriarty