Historia corta.

"Siempre sonaba un piano en el piso de arriba. No todo el tiempo claro, pero siempre estaba ahí, sonando, con el sonido alto, limpio, como si estuviese sonando en nuestro salón. Nunca nos preguntamos quien era la persona que tocaba, por ser la casa como era de vieja supongo que siempre creímos que era una persona mayor, además, no podíamos quejarnos de la música, las canciones que tocaban nos encataban siempre... y quien va a quejarse de música en vivo gratis ¿no?

Un día lo dejamos... bueno... eso ya lo sabes, y como ya sabes cuando lo dejamos ella se fue a vivir fuera. Yo me quede con la casa y ella se buscó algo. Era lo más lógico teniendo en cuenta que al fin y al cabo, antes de salir juntos, yo era el inquilino de la casa. Como por aquel entonces tenía un trabajo mejor, y además me apetecía, comencé a vivir solo. Supongo que fue entonces cuando empecé a preguntarme quien era la persona que tocaba el piano. El tiempo que estuvimos juntos nunca tuvimos una oportunidad verdaderamente buena para preguntarlo, cuando sonaban las primeras notas nos pillaban en la cama o viendo una película, y al final, cuando ya no estábamos en la cama y no veíamos películas estábamos demasiado ocupados discutiendo como para preguntárnoslo, así que una vez estuve solo comencé a plantearme quien era la persona del piano.

Me encantaba aquella música. Llegaba del trabajo, me tumbaba en el sofá, cogía un libro y escuchaba el concierto misterioso hasta que terminaba. Y así siguió un tiempo hasta que me pudo la curiosidad y salí en busca del interprete misterioso.

Cuando toqué la puerta me abrió una mujer.

Era lo más bonito que había visto nunca. Una chica rubia de pelo corto y ojos de un azul claro casi blanco. Vestía una camiseta antigua larga y paseaba en braguitas por su casa. Estaba fumando.

-Hola. -dijo

Yo no pude decir nada

-¿Querías algo?
Quería decirle que era preciosa e invitarla a salir, en lugar de aquello, con el nerviosismo propio de un quinceañero idiota me limite a decir -te... te... te... te oigo.... te oigo desde mi casa...

Ella me miró como si tuviese alguna enfermedad.

-Vaya... pues lo siento, pero... podríamos arreglarlo, ya sabes, me das un horario con las horas en las que no vas a estar en casa y...
-No, si no quiero que dejes de tocar
-¿Entonces que haces aquí?
-Pues... no lo se la verdad. Llevo viviendo aquí un montón, y desde que te mudaste he escuchado el piano. Supongo que me preguntaba quien era el que tocaba
-¿El?
-Bueno, ya sabes, él, ella. Tocas realmente bien sabías.

Ella me sonrió, con esa sonrisa tan perfecta que tenía y yo me derretí.

-¿Quieres pasar? -me dijo
-No molesto.
-No, así me tomo un descanso. Nos tomamos algo y ya.
-Vale, gracias.

Entre en su casa y sirvió dos copas. Una hora de conversión después estábamos en la cama. Para cuando terminamos ya estaba perdidamente enamorado de ella.

+ + +

Salimos... no se... entre cinco o seis meses, de sexo intenso, música y risas. Se que apenas fue tiempo lo que estuve con ella, pero sin duda fue la época más feliz de mi vida.

Nunca tuvimos una verdadera despedida. Después de un tiempo volvió tu madre embarazada. Yo no podía dejarla sola... así que me limite a desaparecer. Abandoné mi viejo piso y a la mujer que amaba y me fui a vivir con tu madre a otra casa, más grande, donde poder criar una familia. Donde poder criarnos a nosotros.

Ya no hubo más risas ni hubo más música."

"¿Y porque no te fuiste?"

"Bueno... fue fácil no irse. Solo necesitaba mirarte a los ojos un minuto para recordar que era lo más importante"

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