Discriminación Simpatica


(Iba a llamar a esta entrada "Discriminación Positiva", pero no creo que el concepto de discriminar pueda ser nunca positivo, y en cualquier caso, de serlo -lo que se entiende comúnmente como "Discriminación Positiva"- no es de eso de lo que quería hablar).

Según el conocimiento popular, bastante cierto y comprobado a estas alturas, para que un hombre trabaje en un medio de comunicación no hace falta que este sea guapo. Según el mismo conocimiento popular, que insisto, a estas alturas está muy comprobado, para que una mujer trabaje en televisión SÍ. Como ya digo esto está demostrado. Hay un montón de casos para ilustrar la discriminación de las mujeres en televisión. Desde Pilar Rubio a Sara Carbonero, pasando por Vanesa Romero o Amaia Salamanca. La lista de mujeres sin talento (pero extremadamente buenas) es infinita.

A pesar de todo, como cantaba Bob Dylan "los tiempos están cambiando" y el concepto de "la mujer objeto" va desapareciendo dando paso a la discriminación simpática del "hombre objeto". Taylor Lauther (el hombre lobo de crepúsculo -si, yo tampoco sabía como se llamaba) es, por poner un ejemplo, un hombre objeto. ¿Cual es su papel en la saga de las bolas de discoteca parlantes (me niego a decir "vampírica")? Quitarse la camiseta al mínimo descuido, mostrar los frutos de los anabolizantes y el gimnasio y hacer que toda la sala chorree. Las mareas de fluidos vaginales y suspiros que provocó la segunda película en adolescentes de medio mundo fueron cosa suya. Bueno, suya y de Robert Pattinson (aunque a este no le hacía falta enseñar carnaza para ser hombre objeto).

Lo mismo podría decirse de Hugh Jackman en Australia, la mitad de los personajes masculinos de Anatomia de Grey (que no tiene tías buenas pero pivones tíos hay varios) o practicamente todos los personajes masculinos principales de comedias románticas protagonizadas por mujeres. Con la liberación de la mujer llegaron las muestras de su apetito sexual en publico, y con estas demostraciones (al igual que antes había ocurrido al revés) nació "el hombre objeto".

No me quejo. No quiero que esto suene a queja, porque sinceramente, me da igual. Mejor para los hombres objeto ¿No? Miles de mujeres a lo ancho y largo del globo los desean, ¿Qué más da que sea por temas puramente sexuales?

El caso es... y este es el motivo principal de esta entrada, que hoy por la mañana en Espejo Publico estaban debatiendo sobre si le es más fácil a una mujer acceder a un puesto de trabajo teniendo 20 años y estando muy buena que teniendo 30, siendo más profesional (supuestamente, nadie barajaba la opción de que la joven y guapa pudiese ser mejor profesional), pero siendo algo más fea. Y entiendo esos debates porque durante años (y aún a día de hoy en algunas partes), ha sido así. Lo que me resulta gracioso es que con la liberación de la mujer y la extensión del feminismo, en lugar de equilibrar la balanza, se ha desequilibrado en el otro sentido. Personalmente, como ya he dicho, me da igual que ahora haya un hombre objeto, no me ofende, de hecho en cierto modo (y en pequeña medida) envidio a los hombres objeto.

Pero me resulta gracioso como a algunos patrones de comportamiento se les llama discriminar y son actos horribles condenados por todo el mundo... y a otros no se les llama de ninguna manera.

La discriminación simpática ha llegado a nuestros días amigos.

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